Somos un muy pequeño criadero situado en Rubi, localidad cercana a Barcelona nos dedicamos a la cría de pura sangre de gatos persas himalayos y exoticos con colores diferentes y caras dulces muy sociables pues nuestros gatos se crian con nosotros, sin jaulas y con todo nuestro cariño , se entregan para compañia con contrato ( para cria ponerse en contacto )con su pelegri desparasitados libres de pkd y con las vacunas correspondientes a su edad, se entregan a partir de los tres meses comiendo ya pienso, usando rascador y arenero
La ascendencia de la raza Himalaya combina los genes de otras dos cuya importancia es máxima, teniendo en cuenta el número de otras razas a las que ha dado origen. Sin embargo, antes de que entremos a considerar de qué modo el Himalayo se convirtió en raza, quizá resulte conveniente recordar, aun cuando sólo sea de forma breve, cómo evolucionó el proceso de desarrollo del gato como animal de compañía. A tal fin debemos retroceder hasta los días del antiguo Egipto.
El que los egipcios fuesen o no los primeros en conseguir la domesticación del gato es un hecho que aún está por demostrar, pero sin duda alguna les corresponde el mérito de su introducción en
los hogares y consiguiente elevación a la categoría de animal de compañía altamente estimado. Los primeros indicios fiables de que el gato era realmente un ejemplar doméstico en Egipto se
remontan a unos 2.300 años a.C., hacia el final del Antiguo Imperio, y a medida que partiendo de dicho punto avanzamos en el tiempo nos encontramos con un número creciente de objetos que ponen de
manifiesto la creciente importancia del gato para los pueblos del delta del Nilo.
El gato doméstico se cree que desarrolló a partir de la especie felina conocida como silvestre africano, Felis libyca, con la posibilidad de que algunos genes hubiesen sido aportados por otro
pequeño felis de reducido tamaño y conocido como gato de la jungla, Felis chaus. Algunos zoólogos consideran cada una de estas especies como subespecies del silvestre europeo, Felis sylvestris.
La razón por la cual el gato fue adoptado por los egipcios no fue inicialmente la de gozar de su compañía; de hecho esto se produjo más tarde. Su gran valor residía en la ayuda que prestaba en el
control de las crecientes poblaciones de ratas y ratones, que se daban grandes festines en las cantidades cada vez mayores de cereales que los habitantes de las riberas del Nilo cosechaban para
el mantenimiento de un número cada vez más elevado de personas.
Tan importante era este papel que el gato se consideró eventualmente como una forma terrena de uno de los muchos dioses egipcios. Alrededor del año 1500 a.C. la diosa Bast, o Bastet, que adoptaba
la forma de un gato, alcanzó gran importancia en la jerarquía del panteón egipcio. En la época de los reyes libios (1070-712 a.C.), Bast era posiblemente la diosa que gozaba de mayor culto entre
las divinidades egipcias y entre algunas personas incluso por encima del rendido a los faraones. El culto a los gatos se mantuvo como elemento clave de la vida egipcia hasta que, junto con el de
otros dioses nacionales, fue abolido por los romanos en el año 390 de nuestra era. Pero ya en dicha época había sido exportado a Grecia y a Roma donde gozaba de gran estima, si bien sus estatus
cabe que no fuese tan elevado como en otros tiempos.
Los ejércitos victoriosos de Roma difundieron el gato por la mayoría de países de Europa, incluida Inglaterra. Desde este último país, así como desde España, Holanda y Portugal, el felino
doméstico fue llevado a todas partes del mundo a bordo de los buques respectivos.
Aun cuando resulte sorprendente, no se dispone de noticia alguna sobre la existencia de gatos pelilargos anterior al siglo XVI aproximadamente, época en que se hizo evidente su presencia en
tallas de madera y otras formas de arte en Italia y otros puntos de Europa. También constituye una especulación el determinar si la mutación genética que da lugar a la aparición del pelo largo
provenía de un país como Rusia o de altitudes elevadas de países más meridionales, tales como Turquía, Persia (actualmente Irán) y Afganistán.
Sea cual fuere el origen, aparece como un hecho claro que en Rusia y Turquía el gato pelilargo fue altamente valorado y criado selectivamente para mejorar su pelaje. A Europa llegaron ejemplares
traídos por soldados y por otros viajeros. Estos gatos se pusieron muy de moda, especialmente entre la nobleza europea, junto a cuyos miembros fueron con frecuencia representados en los diversos
cuadros.
Aun cuando existían por lo menos dos tipos bien diferenciados de gato pelilargo en el siglo XIX, la distinción entre ambos se fue haciendo más difusa a medida que pasaban los años. El pelaje
denso y más lanoso del Persa consiguió mayor preferencia por parte de los criadores del momento que el sedoso y fluido
de los felinos turcos. La cría cruzada acabó dando origen a que el persa fuese el gato pelilargo preeminente. Junto con la selección encaminada a conseguir un pelaje cada vez más denso, los
criadores también mostraron preferencia por un ejemplar más rollizo con un rostro más redondeado en el que cabía apreciar unos grandes ojos también redondos. Es de este modo pues que fue creado
el persa de la época moderna. Digamos asimismo que en años recientes el tipo turco, representado por el gato de angora y el Van, ha sido reintroducido de nuevo.
En la primera exposición felina de carácter mundial que se celebró en Londres en 1871 hizo su aparición lo que en aquel momento fue considerado un ejemplar altamente inusual. Tenía las extremidades de color castaño oscuro y un cuerpo de tonalidad más clara. Hoy en día esta raza, o sea el Siamés , es conocida por todo el mundo, independientemente de que tenga o no algún gato. Alcanzó una extremada popularidad entre los expositores y rápidamente se situó entre las razas que se encontraban en posiciones de vanguardia. Solamente el Persa impidió que se convirtiera en el gato más popular del mundo. Junto con el persa, el siamés fue utilizado en el desarrollo de buen número de otras razas. Su especial estructura de color constituía lo que la mayoría de criadores interesados en la consecución de especies diferentes necesitaban, pero el hecho de que al mismo tiempo fuera poseedor de un carácter muy singular tampoco pasó inadvertido. En resumen, se hizo evidente que tarde o temprano alguien trataría de combinar la estructura de color del Siamés con el vistoso pelo largo del Persa. Al final este propósito se consiguió y el resultado viene representado por la raza que hoy conocemos como el Himalayo. Si nos preguntamos por el motivo que llevó a darle este nombre puede decirse que cabe encontrarlo en su estructura pointed, es decir, por mostrar una tonalidad más oscura en las patas, la cola, el rostro y las orejas. No estará de más señalar que el término point, que en realidad significa punto, se utiliza universalmente para designar la tonalidad indicada. Procede asimismo añadir que existen otros animales con igual estructura y entre ellos se encuentran el conejo, el conejillo de Indias y el ratón, sólo para citar tres.
Los primeros intentos encaminados a combinar los genes del Siamés y del Persa cabe situarlos en Suecia y los Estados Unidos durante el periodo comprendido entre 1920 y 1945, pero los
diversos criadores implicados en ello fracasaron en obtener una nueva raza. En 1947, Brian Stirling-Webb, un criador inglés, asumió de nuevo el reto. Él y su esposa adquirieron de otros criadores
experimentales algunos gatos que contaban con la base genética requerida. Esta vez el intento tuvo éxito y en 1955 el Governing Councill of the Cat Fancy (GCCF) de Gran Bretaña aceptó la nueva
raza y le dio el nombre de Colourpoint Longhair, es decir, pelilargo con puntos (points), de tonalidad más oscura.
Mientras tanto en los Estados Unidos y en Canadá los criadores también se esforzaban para conseguir la misma raza. Utilizando para tal fin ejemplares importados de Gran Bretaña así como otros
conseguidos en Norteamérica se alcanzó también esta vez el éxito. El reconocimiento oficial se inició con la American Cat Fanciers Asociation en 1958 y en el curso de los años siguientes todas
las demás asociaciones existentes en los Estados Unidos adoptaron normas de calificación, o sea un estándar, para la nueva raza, a la cual se le dio el nombre de gato Himalayo.
Es estatus de esta raza hoy en día depende de cuál sea la asociación de la que seamos miembros. En Gran Bretaña el término persa fue abandonado durante varios años y todos los gatos
pelilargos de tipo persa se agruparon simplemente bajo la denominación común de pelilargos con la salvedad de que a cada color del pelaje se le atribuyó la categoría de raza.
El Himalayo se vio incluido en una de ellas y englobado en el nombre genérico ya citado anteriormente de Colourpoint Longhair. Hoy en día,
en cambio, forma parte del grupo de pelilargos persas al haberse restablecido esta designación. En los Estados Unidos, el Himalayo recibió un estatus separado como raza diferenciada del persa. Sin embargo, en 1984 la Cat Fanciers Association (CFA), la organización más importante
por lo que a inscripción de gatos respecta, determinó que el Himalayo ya no debía ser considerado como una raza separada del persa, sino más
bien como una variedad de ésta. Actualmente viene clasificado como Persa de estructura pointed.
Esta decisión se basó en una teoría genética de carácter muy sólido. El Himalayo fue evaluado de acuerdo con el estándar del persa, salvo
por lo que se refiere a la estructura pointed del siames (máscara, orejas, cola y patas). Tras haber quedado consolidada la raza ya no hubo necesidad de aparear Himalayos con siameses y, por consiguiente, el hacerlo entre Himalayos se convirtió en la norma
habitual. Esto, sin embargo, se tradujo en una cierta pérdida de los rasgos propios del tipo persa a lo largo de las varias generaciones, y debido a tal circunstancia se procedió a
aparear Himalayos con persas para recuperarlos. Los genes siameses, aparte de los que determinan la estructura del color, se han
diluido desde hace ya mucho tiempo hasta el punto de que pueden considerarse como inexistentes en la raza, la cual es actualmente tan Persa como cualquier otra variedad
de color dentro de ella.
Otras asociaciones presentes en los Estados Unidos consideran el Himalayo o bien como una variedad del Persa o como una raza separada. Si
un Himalayo es apareado con un persa de color uniforme, el resultado será el de unos pequeños gatos de igual tonalidad, si bien serán
portadores de los genes propios de la estructura que caracteriza al Himalayo. En las asociaciones que consideran al Himalayo como una variedad del persa, dichos pequeños gatos son clasificados como portadores de la estructura pointed, y si son apareados entre sí, veremos
que un porcentaje de su descendencia pondrá de manifiesto una estructura del Himalayopuro mientras que el resto será o bien Persa de color uniforme puro
o portados de estructura pointed de carácter también uniforme.
El que demos a esta raza el nombre de Colourpoint Longhair, persa de estructura pointed o Himalayo es una cuestión de elección personal
o de norma de inscripción de la asociación a la cual pertenezcamos. En todo caso se trata de una misma raza y todos los Himalayos son
evaluados de acuerdo con el estándar que rige para el persa. Algunos de los que poseen ejemplares de este gato aseguran que la raza todavía conserva algunas de las características del siamés,
pero esto resulta improbable dado el número de generaciones provenientes del apareamiento de Himalayos con persa que se hallan
implicadas en el proceso. El Himalayo posee el apacible temperamento del persa, el cual puede ser considerado como el más domesticado de
todas las razas felinas.
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